lunes, 5 de mayo de 2014

El tiempo 'después de'.

Qué mentira más grande la de 'el tiempo todo lo cura'.

El tiempo no es un maquillaje mágico detrás del cuál podemos esconder el daño que se nos ha infligido. Tampoco es un parche que nos pegamos a la piel para evitar deshincharnos. Ni cinta aislante de doble cara que consiga mantenernos de una sola pieza cuando nos hemos roto del mismo modo que un jarrón frágil al caer al suelo.

El tiempo que viene después de, no alivia ni infunde ánimos de mejora.

El tiempo es el agua oxigenada caducada que todos tenemos en el botiquín: pica, escuece y te hace aguantar un grito apretando fuerte los dientes, pero en realidad no ayuda a que las heridas cicatricen. Simplemente, se encarga de hacerte saber que, te guste o no, por mucho que intentes olvidar que existen, en realidad siempre van a seguir ahí.

En ocasiones unas nos harán sufrir más que otras; incluso pueden dejar de doler, lo que no significa que se hayan extinguido. Al fin y al cabo, son las cicatrices de guerra que llevamos por dentro, las que no se ven pero que, sin embargo, nos marcan más que cualquier otra.



Eme*

No hay comentarios:

Publicar un comentario