lunes, 24 de marzo de 2014

El perro del hortelano.

El sábado pasado, cuando a las tantas de la mañana tropecé, caí boca arriba en mi cama y me quedé ahí sin levantarme, mi cabeza embotada por el sueño y el alcohol me dio la solución que llevaba semanas buscando. En ese instante inesperado, cerré los ojos y ahí estaba.
No fue más que un pensamiento fugaz que pasaba por detrás de mis párpados cerrados, pero fue suficiente para comprender que este amor herido en el que estoy atrapada, no solo es inmisericorde conmigo, sino que no me deja avanzar, seguir caminando más allá. Es como el perro del hortelano, ese que todos sabemos que ni come ni deja comer, solamente sigue ahí para molestar, para incordiar.

Sí, definitivamente hoy estoy algo poética y metafórica.

Necesito idear un plan... Sin embargo, al no saber si quiero o no deshacerme de ese sabueso rabioso y testarudo, no puedo decidir si planifico su caída o su ascensión dentro de mi red de sentimientos.
No es fácil, para qué mentir.

Si hago que caiga... Mejor dicho, si lo intento -puesto que las veces anteriores no es que tuviera demasiado éxito- y venzo, habré conseguido deshacerme de una parte importante de las ataduras, y tal vez consiga avanzar. Aun así, seguirá quedando otra parte, quizás todavía más importante, y que sé que no se borrará ni se irá nunca.
Por otro lado, si lo asciendo a una posición aún más elevada, será casi imposible abandonarlo en un futuro. Si me lo quedo, será para siempre, junto con todas las consecuencias que traiga en el bolsillo. Seguramente terminaré por acabar trastornada del todo, de esas que necesitan antidepresivos y esas cosas, o tal vez de las que se quedan mirando al cielo fijamente... aunque eso, en realidad ya lo hago... No sé si eso es bueno o malo.

Vamos, que la cuestión parece simple pero no:
Si no me libro de él no podré querer a nadie más, porque si lo hago, saldré loca de psiquiátrico.

Y volvemos a lo mismo: si quiero tomar una decisión, primero debo pensar si verdaderamente quiero avanzar o quedarme donde estoy y esperar a que el maldito chucho pase de hiriente a amante.



Eme*

No hay comentarios:

Publicar un comentario